¿Cómo hacer saber al pueblo que el alma es de maíz?
es tan simple, dijo el viento,
¡que todos tengan un tamal en la mesa!
Que todos sepan que el ayuno y el hambre son una bendición
porque el alma conoce el placer de no tener,
de ser libre,
del deseo histórico de oprimir,
de encontrar la solidaridad más pura:
una sopa de maiz dulce en cada casa.
Compartiendo nuestra pobreza,
que no es tal por tenemos agua y aire,
y tierra fertil.
Compartiendo se acaba la pobreza,
así de simple, sin delirio,
sin inversion extranjera,
con dignidad, sin querer aparentar,
sin dejar el ayer tirado,
sin desear una hermosura falaz de cirugía ,
que cambia solo el rostro de nuestros pueblos
y deja el hambre, profunda en el estomago.
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