viernes, 4 de mayo de 2007
Abuela,
tus ojos se cerraron, eran los más hermosos ojos, abuela,
llevame sobre tus espaldas,
que me cubra tu mantilla y me arrulle el viento
que trae libertades que brillan como la luz de tus ojos.
Tus ojos se abren a cada instante cuando recuerdo tus enseñanzas,
decias que la pelea es peleando, resistiendo, rebelándose,
en silencio, con bajo perfil,
sin decirle la verdad a nadie en la cara,
porque al final es solo tu verdad.
Tus ojos no se escondieron, parpadeaban cada vez como las olas,
con fuerza contra cualquier injusticia,
eras enfermera del dolor ajeno,
llorabas la verdad de todas las angustias,
bailabas las canciones mas amargas,
eras militante de mil luchas, caminante incansable,
rebelde como la tarde que se niega a morir.
Recuerdo cuando caminabas al Cinema Mendoza,
a dejar el esténcil para tirar la hoja obrera,
sabiendo que los fascistas podían matarte,
porque habia asesinos en las fuerzas de Figueres.
-no fue casual que disolviera su propio ejército-
Tus ojos vieron como al poeta quisieron quemarlo vivo,
y a todo el barrio con él,
recuerdas cuando quemaron el aserradero del hermano del Presidente.
Quisieron fusilarte pero no había llegado tu hora,
debías muchos abrazos y muchos consuelos,
por eso todos te querían.
Mi madre me contó que mi hermana nació en tus brazos,
aquella mañana calurosa, cuando las bajaron del bus en Aranjuez,
y delante de todas, el cura fusiló a tres,
mientras decía: que Dios los perdone a ellos y a mí también.
Ese día no lloraste ni llego el odio a tus ojos,
solo una tristeza profunda,como la noche sin estrellas
en las montañas de sarapiquí.
Eras capaz de darlo todo a cambio de nada,
esa fue tu mejor herencia,
podías conversar de todo, toda la noche.
Abuela no descanses en paz, préstame tu Biblia y el fusil que era tu voz,
danos otra tortilla rebelde desde el comal de la historia,
que nos de la energía para correr tiempos de lucha,
Que estamos en tiempos difíciles, como los que tu viviste,
Y el terror afila sus fauces contra el pueblo.
Abuela, tus ojos parpadean, se ponen alertas,
Sigue la lucha contra la tiranía globalizada del capital,
Abuela, sabemos que tus ojos alertas nos cuidan,
tus oraciones ahuyentan los modernos demonios,
nos alejan de cualquier ambición, nos permiten la libertad de comer pan simple con dignidad, mientras degustamos la conversación, mientras conspiramos,
para muchos puedan abrir sus ojos.
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