Estamos frente al mar de la vida,
a lo lejos el horizonte estelar,inalcanzable,
aquí, las olas violentas rompen en las erizadas playas,
en las islas en las que hemos pernoctado,
y a la largo de toda la península que hemos recorrido,
sobre nuestros pies, como pigmeos del mar, como caracoles,
siendo que cada metro es una enorme distancia,
en este camino al mar que a veces parece no tener sentido.
Suena la música lejana, nuestros niños y niñas de ayer y hoy,
Siempre jugando en las arenas, bailando silenciosos con las olas,
y atrás solo el cielo azul, muy azul del verano
como un toldo artificial que esconde la inmensidad.
Pasan los días, y es mejor ya no vernos en el espejo,
Nos podríamos sorprender de mirar un desconocido.
Sin embargo, hace calor en esta noche maravillosa,
ahora todo es silencio y solo se escuchan las explosiones
mas allá de este universo que anuncian el nacimiento
de nuevas luces, en la noche de este planeta solitario.
Nos parecemos tanto a esta piedra viajante del espacio,
solo tenemos vida dentro de esta capsula de oxigeno,
y con esta gravedad el silencio se hace luz y oscuridad,
los pajaritos, sin embargo cantan a lo lejos sobre el limonero,
las canciones dulces como promesas de amor,
y al final, el viento se lleva los ruidos melódicos al espacio,
para nunca volverlos a escuchar.
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