Una tarde lluviosa,
una tarde de domingo,
pensando en ti
como la gaviota piensa el horizonte,
una tarde lluviosa,
en que te siento tan lejos
y tan cerca,
mientras el silencio se hace noche,
y yo solitario sigo volando hacia ti,
la noche se acerca
y no se ven las milpas altas,
pero se, que estas allí,
al otro lado de este mar,
esperándome como se espera la caída del sol,
y la gestación de la luna,
al atardecer, en estas montañas milenarias
donde construiremos nuestro hogar.
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