lunes, 7 de mayo de 2007



Veremos acaso la última noche estrellada
mientras el amor se toca a tientas en la oscuridad,
recordaremos el fin de la especie obstinada, el fin de los armoniosos sonidos,
habrán destrozado ya el último icono, la última deidad.
se habrá secado el último árbol, el último minuto se habrá ido.

En el desierto solo el espléndido sol,
el eco fuerte de la palabra todo lo silencia
el último manantial en la última pradera se hizo girasol
el mar se hizo arena, agua sin cadencia.
Llegará un día en que el nuevo planeta rojo
el invierno se irá para siempre, sin adiós,
Respire carbón y ruede cojo,
han levantado los rieles del tren, por dios.
La tierra muerta, manantial seco,
montaña de mármoles sin eco,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
Pero en la sombra, a tientas, solitaria,
Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria.
la azucena, era mi flor preferida
la madre tierra, ahora está dormida.

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