sábado, 2 de junio de 2007
Jesus, ese hombre simple
Jesus, ese hombre simple,
el todos los pobres,
el de todas las que sufren,
el que reparte panes y peces,
el que dijo la verdad y nos hizo libres.
Jesus es un penitente de todos los humildes,
que sin cambiar un día,
nos recuerda el amor a la vida.
Sin la pasión de Jesús,
no nacerá la nueva descendencia,
de mujeres y hombres nuevos,
radicales, auténticos.
Sin Jesús, el de los pobres,
el de los olvidados de la globalización,
las manos no se cruzaran íntegras,
no se cruzarán los mensajes solidarios,
como se cruzan las dulces aguas del río
mientras las saladas olas del mar,
se funden en un húmedo abrazo
que todo lo abraza.
Sin esa pasión de los cristianos
faltará la chispa que haga arder esa brasa,
la hoguera social,
la que lleva el recado del penitente,
y prende las hojas secas de la historia.
Solo ese fuerte mensaje nazareno
romperá todos los mitos,
los mercados, la globalización de la miseria,
y esta moderna inquisición,
que exige odiar a todo prójimo,
y dice salvese usted si puede,
los demas serán los perdedores.
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