jueves, 9 de abril de 2009

Carta a mi nieta, que no ha nacido:



24 de noviembre del 2008.



Por si creías que no hablaba en serio, esta madrugada te escribí la primera carta, nieta mía, regáñame si quieres, no importa si aun no es el momento, pero la carta ya va hacia tí, por el correo de la vida:

Niña, -Waal-.... Todavía no has nacido... ¿acaso es equivocación soñarte? ¿Acaso es pecado traerte a salvar esta tierra moribunda, a Baálamk’aan, a este lugar de jaguares y serpientes? ¿Acaso sos vos quien viene a educar a tus padres?
¿Por que decidiste venir ahora, cual es tu tarea, por què te cansaste de deambular por las estrellas y apenas asomar tu luz en las noches de luna?

¿Dime, porque anoche te sentí, meciéndote entre mis brazos y llamando a tu madre? Sin embargo, no dije nada, callé porque aun es nuestro secreto, waal hats’al ha’, ese será siempre nuestro primer secreto. Lo prometo.

Querida nieta, serás nuestro tiempo en esta tierra mas allá de la vida, la prolongación de la cola del cometa,-porque los humanos somos como un cometa en la galaxia, y nuestra cola nos une para siempre, y al final nos recuerde la alegría de vivir cada día.

¿Cuando te tendré entre mis brazos? ; ¿que nombre te pondremos? Acaso, Xelhá, por ser el lugar de donde brota el agua de la vida?
¿Qué responsabilidad mas grande ponerle nombre a la mas querida, a la mas amada de las nietas? Porque todas serán las mas amadas. Porque te amo son las palabras mas importantes de esta tierra, y ese es mi testamento para ti, lo unico que puedo dejarte que no se acaba. Pienso, en esta tarde de noviembre ¿ Que nombre podríamos escoger para ella ? ¿Por que no esperar para verle los ojos ?
De seguro serán duras las discusiones con tu madre desde el primer dia. Eres esa energía increíble de la vida, me veo a tu lado, por eso te escogí ese nombre Itzamná’, porque eres rocío del cielo, pero nadie lo sabe todavía.

¿Dime, fue acaso anoche que iniciaste tu viaje hacia esta tierra? ¿Cuántos tun durará tu viaje? Se que vienes a terminar de educar a tu madre, a recordarle que ella es hermosa y que la amas, que su belleza unica esta en su alma y no en su cara que se arruga con el paso de los días. Vienes a decirle que el amor es importante, pero no cualquier amor, sino ese amor que sale de lo profundo del ser, ese amor que traspasa los siglos, y las distancias. Vienes a decirle que amor se escribe con una tinta indeleble, cada uno de nosotros somos los únicos responsables de lo que hasta el día de hoy nos hemos permitido vivir, y que no debe sentir ninguna culpa por haberte traido a esta tierra, que tu decidiste por ella, porque la sentiste sola, solita en el universo, aprendiendo el abc del amor. Dile a tu madre entonces que la amas y que todos la amamos, mas alla de todo limite, mas alla de todo entendimiento, a pesar de los trabajos y los dias dificiles, y que estas aqui, para apoyarla en su viaje por la vida, como nosotro, sin poner mas condición que vivir plenamente esta vida, sin mirar atrás.


Tu abuelo, taatáa

Limón



I
Cuántas calles caminamos hasta llegar a un beso,
qué selvas transité hasta tu territorio,
te amaba desde siempre,
pero ambos huíamos,-de nosotros mismos-
sin motivo conocido,-
quizás porque ya éramos uno-.
Éramos viejos conocidos en ese espejo de mar.
Por eso, no me busques más esta madrugada
fuera de tus fronteras
tus manos me abarcan,
desde la distancia,-que no existe-.
II
Eres el mar de mi infancia que se dibuja en la sombra,
un animal nocturno caminando por mis ramas
y tus palabras de palmera amanecen conmigo
en cada tristeza, en cada alegría.
De palabra en palabra amanece,
el mar disfruta su silencio,
mientras el sol sale sobre la isla,
y tus palabras , salen tambien al este,
son las multitudes de entusiasmo cada mañana,
en medio de la pobreza generalizada.
III
Los oleajes anuncian vida,
cada ola tuya una gota de esperanza
que desemboca en mi desierto,
cada palabra,
un territorio descubierto.
Ahora eres patria, puerto, refugio
un hombro para descansar,
en la tormenta-que pasa rápido -.
Por eso, bésame con tu aurora abrasadora.
Búscame, si quieres, con tus negros ojos,
pero en tu nombre, patria limonera,
déjame navegar y dormir,
otra vez.
Solo así habrá cosecha
cuando mis huesos y mi piel se hagan fruto,
y den jugo de limón para el corazón.
IV.
Pero tú y yo, amor mío,
hoy estamos juntos,
una misma raíz nos alimenta,
nos nutre, nos hace una nueva especie
hasta ser sólo tú, sólo yo, juntos
a la sombra de muestro árbol.

Tu abrazo, tus besos verdes, patria mía,
me permiten abrazar el tiempo,
con los brazos que usa el universo
para abrazar los planetas
y aprisionar los momentos,
mientras crece el limonero.
construyendo un nuevo y único
espacio, de frutos amarillos y verdes hojas,
un hogar con sol y luna,
agua acida brotando del manantial
desde la savia de nuestros troncos
en forma de limón.

Condenados a no tener silencio




I
Están condenados a arrastrarse,
a consentir y apreciar las cadenas,
a perder la posibilidad de silencio y soledad .
La calzada de piedras en medio del bosque
deja paso a la piel del nuevo tiempo,
desiste de permanecer atada con gasa
a este dolor desabrigado del cuerpo.
II
El traidor fue sentenciado
por malcreer que vendría el viento
por maldecir el malcontento,
de este pueblo moribundo,
que esta perdiendo la batalla del agua y del aire
por dejar partir la nave del futuro
aferrándose al muelle
del pasado.
III
La condena persiste,
siempre será un pueblo en busca de profeta,
que busca en el bosque nuboso
ofuscado, la llave de la puerta,
mientras la vieja bahía se hace mar muerto,
sin peces, sin estrellas,
muertes en desigual combate con la luz artificial
de cada noche.
Te busco, pueblo mío en esta tarde
en los escombros de la vieja sociedad,
y no encuentro lugar de paso,
ni túnel, ni puente hacia ti..
IV
Siento mi piel helada,
se acerca el fin.
Afirmo que se desplaza la existencia,
cuando queda atrás la piel vetusta,
de serpiente en medio de la selva
porque permanece el enigma
del fin del tiempo humano,
el descontento queda hecho escamas de cascabel,
el veneno permanece en la glándula,
como permanece la semilla en el desierto
y por eso persiste la esperanza
de la insurrección,
como la arena que borra las pisadas,
cuando llueve en el desierto
a pesar de todos los designios.