viernes, 8 de julio de 2011

Soledad, una inmensa aventura


Solo el silencio, solo la lluvia, solo la noche, sola la luna detrás de las nubes,
sola, sola en su soledad, en medio de un universo ruidoso e inmenso,
en medio de una multitud cósmica que camina sin sonreir,
en medio de cantinas abarrotadas de tristezas universales.

Solo el silencio interestelar, sorprendido por violentas explosiones,
que se parece tanto al silencio entre los humanos,
un silencio simulado por la distancia, mientras la lejana luz alumbra la nada,
sola, muy sola la luz en su profunda oscuridad, sola la soledad en la montaña,
apenas interrumpida por los gritos y juegos de los niños y las niñas,
sola la catarata, con un poco de vida que lleva el rio que se seca poco a poco.

Es tan grande el silencio y es tan triste la noche,
mientras las estrellas aparecen como puntos lejanos,
es tan sola la soledad cuando tú no estás, cuando tu no hablas,
y yo solo, me refugio en tus recuerdos, en aquellos besos prohibidos
mientras la noche se hace oscuridad y la lluvia pertinaz no cesa,
como no termina el silencio de estar sin ti por siglos.

A pesar de todo, esta soledad ha sido una inmensa aventura
el camino hacia los mundos desconocidos del ser,
que se apaga en medio de las luces de la ciudad,
que crean el último universo de soledad.

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