Me enseñaste,…, aprendí,
que aun no es el tiempo,
de pasar la última página,
del libro de mi vida.
Me sacaste con fuerza del ayer,
me golpeaste literalmente el alma,
me gritaste que me quedara de este lado, sin otro motivo,
que curar mis heridas de guerra.
Hoy se, que es posible detener
la implacable muerte con el amor,
cambiarnos la camisa del dolor,
arrancar las hojas del rencor,
perdonar los errores ajenos,
y también los propios.
Aprendi que hay una puerta en la vida
que solo yo puedo abrir,
que no es valido destruir la vida,
ni la apasionante obra del amor,
y que aun es posible escribir el poema nuestro, de cada dia.
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